En mi actividad como académico acudo con frecuencia a comidas, jornadas gastronómicas, concursos de pinchos y otros eventos relacionados con la gastronomía y vengo observando que, a pesar de un creciente interés por el vino, a muchas personas realmente no les gusta. Porque muchos solo beben tinto y por supuesto tiene que ser un Ribera exclusivamente, otros son partidarios del blanco y tiene que ser un Rueda no beben otra cosa lo mismo que los partidarios del rosado al que llaman clarete piden un Cigales pero pasan del tinto y del blanco a todo lo más algunos combinan su tipo de vino con un espumoso tipo cava o los espumantes de moda. Cuando acuden a una cata es para seguir convenciéndose de que su preferido es lo único bueno que existe, enamorados del tempranillo y aborrecen la garnacha sin conocerla, otros se pelean por el tinto de Toro y no conocen un buen vino de Bobal o de Mencia. En definitiva a una gran mayoría de bebedores no les interesa el vino más allá de su gusto personal, es una lástima que no estén abiertos a probar los magníficos vinos que se hacen en todas las Denominaciones de Origen y acudan a ellos sin estereotipos y con el afán de descubrir nuevos sabores. Este es uno de los obstáculos para el crecimiento del consumo de vino en nuestro país, mientras en general en todo el mundo aumenta el consumo y los mercados cada día están más abiertos a nuevas experiencias de vinos desconocidos. Tenemos que preguntarnos si de verdad nos gusta el vino.

Julio Valles

Publicado en Degusta Norte de Castilla